viernes, 24 de noviembre de 2017

Jane Goodall: “Necesito que me ayuden a cuidar la Tierra”

Por Tais Gadea Lara

No es una mujer nueva para nuestras páginas. Tuvimos la oportunidad de conversar con ella en exclusiva en 2015, durante una de sus visitas a Buenos Aires, justo antes de que viajara a París (Francia) para aportar su granito de arena en la búsqueda de un acuerdo internacional para hacer frente al cambio climático. Se trata de una de las mujeres clave a la hora de pensar en la sustentabilidad con mirada femenina. Y siempre, en cada artículo, cada párrafo, cada palabra, hay algo de ella que se nos hace presente, pues ella es nada menos que Jane Goodall.


Su reiterada participación en nuestros espacios gráfico y digital responde también a sus frecuentes visitas a nuestro país. Ayer (23 de noviembre), su presencia marcó el inicio de su sexto viaje a la Argentina, ubicando a nuestro país como aquel de América Latina que más visitó. Y no dudó a la hora de confesar los motivos de esta preferencia por el territorio del mate, el tango y el buen vino: su asistente es argentina.

Pero incluso en esa frecuencia, en esa reiteración, en ese volver a verla con frecuencia, y aún cuando sus valores se muestran intactos e incluso más fuertes que nunca, cada vez que nos encontramos con ella, adquirimos un nuevo aprendizaje, la admiramos un poco más, la acompañamos en esta ardua tarea que viene realizando por hacer de nuestro mundo un lugar mejor para todos. “Tenemos que convencer a los líderes de que no sólo estamos dañando al ambiente y a los animales que viven en él, sino que también nos estamos lastimando a nosotros mismos”, aseguró la antropóloga y primatóloga, considerando que la corrupción en el sector público y privado es uno de los grandes desafíos a superar para poder dar respuesta a las problemáticas ambientales.

El motivo de esta sexta visita no fue casual. La conservacionista nacida en Londres anticipó en una función exclusiva el más reciente documental sobre su historia: Jane. “¿Un nuevo documental sobre mi vida? ¿No tuvimos muchos ya?”, se preguntaba ayer en la sala de cine de Buenos Aires la propia Goodall, recordando el momento en que le habían hecho la propuesta sobre la producción cinematográfica. Pero, claramente, no iba a ser un documental más. El descubrimiento de una serie de imágenes capturadas por el fotógrafo holandés Hugo van Lawick –esposo de Goodall– le daban un toque especial a esa historia de la cual él también había sido parte.

“Tenemos que convencer a los líderes de que no sólo estamos dañando al ambiente y a los animales que viven en él, sino que también nos estamos lastimando a nosotros mismos”.

“Es la historia de mi vida”, dijo Goodall ante un público expectante y continuó en el lenguaje con el que quizás se siente más cómoda, ese en el que se comunican los chimpancés en el medio de la selva, para luego decir: “Lo que significa es ‘soy Jane’”. Con imágenes verdaderas capturadas por el hoy considerado como el mejor fotógrafo de vida silvestre del mundo y como uno de los hombres de la vida de Goodall, el documental muestra a esa Jane humilde, soñadora y valiente que, ante todos los pronósticos y frente a todos los prejuicios, se fue con tan sólo 26 años a Gombe (Tanzania) para realizar los primeros estudios sobre los primates, sin libros de por medio, en contacto directo con ellos. ¿No tuvo miedo de acercarse a estos animales? “No se sabía nada sobre ellos hasta ese entonces” -responde con esa joven picardía que parece intacta en la hoy señora de 83 años que viaja 300 días al año- “Quería moverme entre ellos como Tarzán”.

Bajo la producción de National Geographic, el filme muestra a Goodall en todas sus facetas. Como investigadora, yendo en contra de los estándares de la ciencia, poniéndole nombres en vez de números a los chimpancés y relacionándose con ellos, no con guardapolvo blanco, sino dándoles la mano. Como joven que contó con el apoyo incondicional de su madre, mujer a la cual Goodall simpre recurre a la hora de hablar sobre el liderazgo femenino: “Mi madre fue mi compañera. Me apoyó en mi amor por los animales. Me dio la confianza que necesitaba”. Como esposa, enamorada de van Lawick, pero apasionada también por su profesión, por su independencia y por la causa que siempre defendió; pasión que la llevó a tomar las decisiones más difíciles de su vida. Pero hay una faceta más…

El filme muestra a Goodall como madre. Pero lo hace de una forma tan especial que uno no sólo la contempla como madre de su pequeño Hugo Eric Louis, sino también como madre de la tierra que habitamos, como madre protectora de las especies, como madre que comprende el amor y el dolor en el vínculo materno, como madre preocupada por las futuras generaciones. “Me apego siempre al dicho popular en Europa que ‘No heredamos la Tierra de nuestros padres, sino que la tomamos prestada de nuestros hijos’”, destacó Goodall y agregó: “Por eso creamos el programa Roots & Shoots (“Raíces y Brotes”, en español), para poder trabajar con niños y jóvenes de todo el mundo y recordarles que cada día de nuestras vidas podemos marcar una diferencia, pero tenemos que elegir qué tipo de diferencia queremos marcar”.

En definitiva, el filme nos hace ver a Goodall con todo lo que implica ser mujer, incluso en esa reflexión comparativa con el mundo que estudiaba, aquel donde los machos chimpancés eran dominantes sobre las hembras, pero donde éstas podían marcar el rumbo de toda una comunidad. “Quería hacer aquellas cosas que los hombres hacían y las mujeres no podían”, asegura entre los recuerdos del pasado, la vivencia del presente y la búsqueda de sueños a futuro. Pues si hay algo que esta mujer sin bastón y con una sonrisa que irradia paz en su rostro seguirá haciendo es luchar por sus convicciones.

“Nos hemos equivocado y aún nos seguimos equivocando con el planeta”, afirmó Goodall y se dirigió a niños presentes en la sala: “Necesito que me ayuden a cuidar la Tierra”. A la hora de interpelar a los presentes, fue sincera: “Estoy próxima a cumplir 84 años y mi sueño es que haya una masa crítica de jóvenes que entiendan que por supuesto necesitamos dinero para vivir, pero que está mal vivir para el dinero. Espero que no midan el éxito por la cantidad de dinero que tienen, sino por el estilo de vida que llevan. Fue Mahatma Gandhi quien dijo ‘la Tierra proporciona lo suficiente para satisfacer las necesidades de cada hombre, pero no para satisfacer su codicia’”.

Nat Geo retorna el 27% de lo recaudado a proyectos de conservación como aquel que hace tantos años, y frente a todas las críticas, Goodall se animó a emprender y hoy se distingue como el más extenso proyecto de investigación de conservación de la historia. Mientras ilumina las salas de cine de Estados Unidos en este momento, el documental Jane se estrenará en Argentina y el resto de la región latinoamericana en marzo del próximo año, a través de la pantalla de Nat Geo. ¿Vale la pena la espera? Cada uno de sus segundos de duración responderán en positivo. Mientras tanto, disfrutamos a la siempre querida Jane aquí en nuestras tierras.

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