Considero propicio reflexionar en este momento sobre el daño que los seres humanos le hemos hecho a nuestro único hábitat que es nuestro planeta tierra.
Es duro decirlo, pero la actual realidad me hace pensar que pareciera que es el hombre el único “animal” en el globo que atenta contra su propia casa, lugar que por cierto compartimos con millones de especies. Toda esta vorágine ha devenido en lo que hoy en día conocemos como “calentamiento global”, un fenómeno que si bien no es nuevo, hoy en día tiene el agravante de que no se está haciendo mucho para mitigarlo.
Está claro que el planeta se quedó pequeño para tanta gente. Que la sobrepoblación también es una amenaza para la existencia humana, pero si los que habitamos el este mundo estamos conscientes que podemos actuar más inteligentemente, siendo ecoeficientes y responsables con el medio ambiente, podríamos garantizar recursos para las futuras generaciones, es decir, ser sustentables o sostenibles, un mandato de la Agenda 21.
Una última cosa, este hábitat, la tierra no es sólo nuestro, y por el simple hecho del respeto a la convivencia, debemos tener una conducta menos depredadora de nuestro entorno. Si secuestramos el espacio vital de las otras especies, no nos extrañemos cuando pasemos de ser victimarios a ser víctimas.
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