martes, 2 de julio de 2019

Soñando y diseñando el futuro de la Movilidad Sostenible


Bicicletas que transforman ciudades. Ciudades que transforman el mundo’. Ese es el lema y resumen filosófico de la Bicycle Architecture Biennale (BAB), la más importante cita de arquitectura ciclista del planeta, cuya segunda edición acaba de concluir en Amsterdam.

BYCS, anteriormente conocida como Cycle Spaces, ha sido la encargada de organizador de esta nueva edición. “Concebimos la BAB como parte de la Misión 50by30, que pretende que la mitad de los trayectos se realicen en bicicleta para el año 2030”, explica a Ciclosfera Rafi Friedman, responsable de comunicación. “Creemos que el crecimiento del ciclismo en las ciudades va de la mano con la salud, la felicidad y la prosperidad de todos sus habitantes”. En opinión de Friedman, “la exposición muestra el efecto transformador de la bicicleta en su entorno: cuando se coloca la bicicleta en el corazón del diseño urbano se desbloquean enormes beneficios sociales, económicos y ambientales”.

“Debemos deconstruir la cultura del coche, tan arraigada e intrincada”


Para Friedman, el objetivo último de esta Bienal está claro: inspirar a la gente. “Queremos mostrar”, explica, “cómo serán las ciudades del futuro una vez incorporado el ciclismo en su diseño, conectando de manera profunda a las personas con sus alrededores. Cada vez más arquitectos, diseñadores, urbanistas y otros creativos están de acuerdo: es hora de cambiar la forma en que diseñamos nuestras ciudades. ¡Es hora de poner la bicicleta primero!”

La utopía ciclista

Jordi Galí, arquitecto especializado en movilidad activa y ciclista, confundador de Vanapedal y miembro de la oficina Copenhagenize Barcelona, es una de las personas que han seguido más de cerca el proyecto. “La idea es muy pertinente: hace falta visualizar las ciudades del futuro como lugares en los que la bici es protagonista, hacer urbes ideadas y creadas para la bicicleta”, reflexiona. “Luego descubriremos que nunca se conseguirá, porque es una utopía por definición: la velotopía. Pero cabe recordar que algo parecido se hizo con la cultura del coche, y prácticamente consiguieron realizar esa utopia al 100%. Ahora nos damos cuenta de todos los perjuicios que ha conllevado: dispersión urbana, desarrollo insostenible, contaminación, accidentes, desdemocratización del espacio público… Debemos deconstruir esa cultura del coche, tan arraigada e intrincada. Sustituir una utopía por otra. Tenemos mucho trabajo, y poco tiempo”.

Además de tiempo y trabajo, hace falta un cambio de mentalidad muy profundo. “Sólo con un enorme ejercicio mental de visualización futura podemos imaginar los edificios del mañana sin los lastres mentales que tenemos actualmente, porque estamos muy contaminados, nunca mejor dicho, por la cultura del coche y la moto”, apunta Galí. “¿Por qué, si no, vemos como algo normal destinar varias plantas soterradas para aparcar enormes vehículos motorizados, con el dinero y esfuerzo que eso cuesta, y somos incapaces de diseñar edificios con espacios interiores para aparcar bicis?”, se pregunta. “Cuando te desprendes de esos lastres puedes imaginar y diseñar viviendas en las que llegar subido en tu bici de carga, con la compra, y llegar hasta la nevera de tu cocina. En España, lo más parecido a eso son las peleas con los vecinos para conseguir aparcar al lado del portal, del patio o en el trastero común, unas cuantas bicicletas. Es cuestión de demanda. Pero todo cambiará: cada vez más familias se mueven habitualmente en bici, y empiezan a reclamar este tipo de soluciones”.

Steven Fleming fue, durante mucho tiempo, parte de Cycle Spaces. También uno de los fundadores de la Bienal y una de las personas que más ha profundizado en la idea que plantea Galí de ciudades pensadas con la bicicleta como eje vertebrador. Ahora, con Ciclosfera, Fleming recuerda los primeros pasos de la Bienal. “Mi socio empresarial en aquel momento, Lee Feldman, tuvo la idea de una bienal de arquitectura ciclista durante algunos años, por lo que cuando nos enfrentamos al desafío de incluir en la conferencia de Velo City algún tipo de exposición le dije que era su oportunidad. Yo había estado observando y analizando las diferentes tendencia en materia de arquitectura ciclista desde que inicié mi blog, en 2010, así que ya sabía qué edificios eran clave. Era solo cuestión de contactar con los diseñadores. La primera muestra coincidió, además, con el lanzamiento de mi segundo libro sobre el tema, Velotopia”.

Pese a que Fleming se muestra “encantado” de que la organización de la bienal de este año recaiga en Next Architects (responsables, por cierto, de infraestructuras como la que protagonizó nuestro anterior Maravillas, el puente Dafne Schippers en Utrecht), reconoce que tiene ciertas reservas con algunos aspectos de la cita.

Funcionalidad contra estética

“Tras echar un vistazo a las propuestas he visto cosas que me preocupan”, explica este radical defensor de la movilidad ciclista. “En el modernismo de principios del siglo XX hubo un período en el que los arquitectos que participaban en la construcción de infraestructura, como puentes y estaciones de tren, preponderaban el embellecerla. Parecían, incluso, más preocupados de la estética que de la eficiencia. Y no me gustaría que la próxima edición de la Bicycle Architecture Biennale sea algo parecido: una celebración de cómo los arquitectos maquillan y adornan infraestructuras que, sin tanta atención a la estética, funcionarían igual de bien”.


“La bicicleta podría ser la clave para hacer que la vida en el centro de las ciudades sea más cómoda, agradable y funcional”


Fleming pone un ejemplo: “Arquitectos como Le Corbusier”, asegura, “se dieron cuenta de que los edificios eran terminales para los nuevos sistemas de transporte, por lo que su diseño fue completamente reconfigurado para facilitar el acceso de los automóviles. Con la primera edición de BAB me centré principalmente en edificios que hacían lo mismo pero pensando en las bicicletas. El verdadero espacio de oportunidad para los arquitectos no es la creación de infraestructura o aparcamientos de bicis mal concebidos, sino reconocer que las bicicletas pueden llevarnos a nuestras oficinas, guarderías o centros comerciales. Deberían poder acceder a los edificios y eliminar las molestias que causan en la calle. La bicicleta podría ser la clave para hacer que la vida en el centro de las ciudades sea más cómoda, agradable y funcional que la de los suburbios, pero para eso los arquitectos necesitan despertar”.

La infraestructura perfecta

Trasladamos a los responsables de la Bienal de Arquitectura Ciclista una pregunta: ¿Qué debe tener una buena infraestructura ciclista? Rafi Friedman establece sus prioridades: “Debe conectarte a tu entorno de forma natural. Hacer que te sientas libre y seguro, conectarte con otros ciclistas y posibilitar que trasladarse por la ciudad sea divertido y social. Los carriles bici deben ser amplios, de manera que varias personas puedan pedalear una junto a la otra. Además, deben contar con protección frente a vehículos motorizados contaminantes. También han de hacer que sea posible acceder a un edificio y estacionar la bicicleta con facilidad. Por último, aunque no menos importante, al diseñar la infraestructura ciclista es importante tener en cuenta las diferentes velocidades a las que viajan los vehículos. Por ejemplo, una bicicleta eléctrica circula a una velocidad significativamente más alta que una normal. Diferentes velocidades deben significar diferentes caminos específicos. Y una última cosa: toda infraestructura ciclista debe ser inspiradora, para que gente de todo el mundo se sume a crear las ciudades del futuro”.

“La ciudad del futuro no debe contar con una infraestructura ciclista: debe ser en sí misma toda una infraestructura ciclista”. Steven Fleming, profesor de urbanismo y director de Cycle Space, un colectivo de arquitectos que investiga sobre urbanismo y ciclismo urbano, resume su filosofía con contundencia y la resume en un sorprendente y radical proyecto: Velotopia.

Fleming y sus colegas han imaginado y plasmado -por el momento, sólo sobre el papel- el aspecto que tendría una ciudad en la que la bicicleta fuese el eje central. “Es sólo una idea que busca provocar”, explica Fleming. “Un proyecto creado en plena era del coche en el que hemos rediseñado todo, empezando por los edificios, para dar paso a la era de la bicicleta”.

Según Fleming, existe un grave problema que desanima a muchos ciudadanos a la hora de escoger la bici como medio de transporte: la dificultad para estacionarla o acceder con ella a casa. Un grave inconveniente que incluso afecta a las ciudades más aventajadas en materia de movilidad sostenible, como Copenhague. Para solucionarlo, Fleming imagina un edificio que ubica virtualmente en el barrio neoyorquino de Chelsea y que sería la construcción tipo de Velotopia: en él, las rampas conducen directamente a cada planta a los vecinos, que pueden descender en bicicleta hasta la calle, mientras que para subir disponen de ascensor.

Velotopia: la ciudad del futuro

Velotopia no contaría con simples carriles bici, sino que amplias autopistas ciclistas vertebrarían la ciudad y estarían cubiertas para protegernos de las condiciones climáticas adversas. Para Fleming, “no tiene sentido que los ciclistas sean los únicos que se mojan cuando llueva”. En su opinión, una inversión así estaría plenamente justificada, dado que los ciclistas “contribuyen al bien común”. Además, la ciudad tendría grandes puentes peatonales que conectarían los distintos edificios entre sí y, para los que tuvieran mucha prisa, habría un nivel inferior por el que circularían las bicicletas eléctricas, destinadas principalmente al reparto y a la policía.

Fleming está convencido que las ciudades serán cada vez más ciclistas y parecidas a Velotopia porque, básicamente, no habrá otra opción. “La población aumenta sin parar, el tráfico se ralentiza cada vez más y eso provoca una pérdida de dinero. La única salida será priorizar la bici y limitar la presencia de coches en las calles”, vaticina. Preguntado por una ciudad cuyo ejemplo podamos seguir, contesta con contundencia: “Velotopia. Cualquier otra fue ideada, como mucho, para los caballos, no para las bicicletas”.

Pero no todos ven con buenos ojos un proyecto así. “Es erróneo desde todo punto”, opina Pedro Bravo, autor del libro Bicivilizados y responsable del blog Desde mi bici de eldiario.es. “No creo en hacer la ciudad perfecta para las bicis, al igual que no creo en la ciudad perfecta para los coches: el objetivo debe ser hacer y tener ciudades para las personas. Lo que hace Fleming es sustituir cochecentrismo por bicicentrismo”.


“Miro sus diseños y veo ciudades distópicas, con edificios iguales y rampas por todas partes”, apunta Bravo. “Fleming habla de motivos de eficiencia, que relaciona sólo con la velocidad, y mantiene que ir caminando está bien para los pueblos pero que en las ciudades hace falta otro ritmo. Es lo contrario a lo que todos los urbanistas y pensadores dicen sobre la ciudad: debe ser un espacio para todos, común, una conversación. Un lugar en el que lo importante no es sólo moverse sino estar y compartir. Un lugar inclusivo que permita a todo el mundo caminar, usar el transporte público o la bici. Todo ello, sin contar con el hecho de que es delirante, por cuestiones económicas y de sostenibilidad, pretender tirarlo todo y construirlo de nuevo”.

Fuente: Ciclosfera.com

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