miércoles, 21 de diciembre de 2011

Hace 40 años los seres humanos nos convertimos en los mejores defensores de la vida en el planeta

Hace 40 años unos jóvenes activistas canadienses fletaron un viejo pesquero al que llamaron “Greenpeace” y se echaran al mar para detener las pruebas nucleares que Estados Unidos realizaba en el atolón de Amchitka, en Alaska.

Ese momento representó un hito importante para lo que en el futuro serían los movimientos ecologistas que se encargarían de alertar ante el mundo que la “conducta” del ser “humano” sería responsable de muchos estragos en el ambiente, y por ende, todas las especies en él incluidas.

Pero quizá el mejor sello (imagen de marca) que tiene Greenpeace es que pasó de la protesta pacífica a la protesta “contundente”, notoria, bien activa, lo que en publicidad se conoce como “Below the line” (BTL), que traducido literalmente al castellano significa “debajo de la línea”.

“La promoción de productos o servicios se lleva a cabo mediante acciones que se caracterizan por el empleo de altas dosis de creatividad, sorpresa y sentido de la oportunidad, creándose novedosos canales para comunicar mensajes publicitarios”, según http://es.wikipedia.org.

Es así como vemos como las naves de Greenpeace se atraviesan literalmente a los buques balleneros para evitar la caza de estos cetáceos, o repentinamente una pancarta gigante pende desde una torre de una planta nuclear o una dramatización de animales en peligro de extinción en cualquiera de las cumbres del clima.

“Desde el nacimiento de Greenpeace hasta ahora se han conseguido victorias que han supuesto grandes hitos en la lucha medioambiental, desde la prohibición de los vertidos radiactivos al mar hasta el Protocolo de Kioto”, declaró Maria José Caballero, Directora de Campañas de Greenpeace.

El guerrero del arcoíris

Aquel 15 de septiembre de 1971 zarpó de Hamburgo (Alemania) un pequeño grupo de ecologistas en un pequeño bote pesquero en dirección a las islas Aleutianas. Se trataba del Rainbow Warrior, que era distinguido con un arcoíris y una paloma blanca, símbolo de la paz.

Luego de que la vida del Rainbow Warrior II llegara a su fin, Greenpeace consideró necesario contar con un reemplazante para asumir el reto que significa trabajar con las campañas actuales y tomar medidas drásticas para proteger el planeta. Fue así como nación el nuevo buque Rainbow Warrior III, que fue construido con los más altos estándares ambientales.

Recientemente llegó a España, luego de pasar por Alemania, Holanda, Reino Unido y Suecia. Seguirá su aventura rumbo a Estados Unidos, donde realizará una campaña para la reducción del uso del carbón, y posteriormente pasará por Amazonia, con la intención de denunciar la deforestación y el polémico nuevo código forestal de Brasil.

Cuenta la leyenda 
Greenpeace bautizó el Rainbow Warrior (Guerrero del Arco Iris) basándose en una leyenda de los indios Cree: “Llegará un tiempo en que los pájaros caerán del cielo, los animales de los bosques morirán, el mar se ennegrecerá y los ríos correrán envenenados. En ese tiempo, hombres de todas las razas y pueblos se unirán como guerreros del arco iris para luchar contra la destrucción de la tierra”.

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