Y es que en un momento de la historia planetaria, donde el debate del Cambio Climático ocupa gran parte de la agenda política y económica a nivel mundial, ya que sus graves consecuencias mantienen en “jaque” a la humanidad y cualquier forma de vida sobre el planeta; en Venezuela todavía siguen debatiendo sobre “quién se va a quedar con el poder”, el de una nación diezmada en casi la totalidad de su estructura social, política y económica; y principalmente en su sustento como país monoproductor: el petróleo.
Tal vez el hollín de los combustibles fósiles que nuestro país produce y ayuda a producir a nivel mundial, ese que tiene una gran cuota de responsabilidad importante en el llamado Calentamiento Global, se ha impregnado en los ojos de nuestros gobernantes y no les permite ver más allá, a ese lugar que les permitirá reconocer que si la humanidad no “sobrevive” ¿para qué sirve el poder? ¿A quién vamos a gobernar? Ya lo han dicho los “coach gerenciales”: hay asuntos que son importantes y otros que son urgentes. Estos últimos hay que atenderlos porque si no pueden traer serias consecuencias sobre todas las demás metas.
Tan poco serio ha sido el Gobierno de Venezuela en este tema que uno de los compromisos importantes luego de su participación en la COP 21 en París, en diciembre del 2015, fue emitir un Informe que refleje su Contribución Nacional Determinada a la Mitigación del Cambio Climático (INDC, por sus siglas en inglés), el cual debería reflejar primero que todo el cálculo de sus emisiones (GEI) por sectores, para hacer estimados reales de reducción. Conocer el Informe “oficial”, no da más que pena ajena. Los invito a compararlo con el emitido por la República de Panamá.
“El último inventario de emisiones (GEI) se hizo en 1999. Hasta la fecha no se conocen nuevas las cifras o cálculos en el país. Eso es un paso indispensable para saber en qué porcentaje Venezuela colocará su cuota de responsabilidad para mitigar el Cambio Climático”, ha señalado insistentemente el Dr. Juan Carlos Sánchez, uno de los expertos nacionales que ha participado en las discusiones de las diferentes reuniones de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático.
El experto recordó datos aportados por el Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) de la ONU: “En el 2004 los sectores que más contribuyeron a la emisión de GEI fueron: el energético con 26%; el industrial que llegó a un 19%; la deforestación que es grave en el país ocupó un 17%; la agricultura le sigue con 14%; el transporte con la emisión de dióxido de carbono se le atribuye el 13%; y el residencial/comercial un 8%. “Estados Unidos, China y la Unión Europea contribuyen cercanos al 60% de las emisiones totales. Venezuela, al ser un país petrolero y amazónico, está dentro de la lista de los 30 mayores emisores, aunque su cuota no llega al 1%”, señaló.
Durante su intervención en el Seminario: Venezuela y el Acuerdo de París: lo que acordamos, lo que necesitamos, realizado en el IESA en febrero de este año (2017); el especialista señaló que en el último inventario de emisiones se calcularon unas 180 mil toneladas al año. De ese total por lo menos el 23% corresponde al sector gasífero. “Es lamentable que la industria petrolera pierda tanto gas que sale directamente a la atmósfera, cuando en otros países se usa como principal fuente de energía. Eso se puede hacer a través de la transferencia tecnológica, que si el gobierno le pusiera seriedad a este asunto, podría acceder a los recursos internacionales para este fin”.
Según la Agencia Mundial de la Energía, esas 180 toneladas anuales hacen que Venezuela ocupe un deshonroso tercer lugar en los países más emisores de Latinoamérica, superado solo por México con una cifra cercana a las 500 toneladas y Brasil que sobrepasa las 400 toneladas. A nivel mundial el país criollo ocupa el puesto 52. Todas estas distinciones hicieron que en el 2015 fuera elegido como el “País Fósil del Año”, por favorecer las “malas prácticas ambientales” derivadas de los beneficios como país productor de petróleo.
Malas prácticas
Las buenas prácticas ambientales son las que hacen que tanto personas, comunidades, ciudades, estados y países sean más responsables con la naturaleza y el planeta. Estas parten del uso consciente de los recursos naturales, donde la mitigación de los desechos es clave; y el respeto de los derechos fundamentales de todos los seres vivos. En esta materia debemos decir responsablemente que el Gobierno de Maduro está “raspaó”.
Por ejemplo, no es un secreto que a nivel mundial muchos países están apostando por las energías limpias o renovables como acciones de mitigación y adaptación al Cambio Climático. El caso más emblemático en la región es Uruguay, que pasó de 0 generación de energía eólica (viento) en 2005 a un 30% del abastecimiento de la electricidad total bajo esta modalidad.
Según cifras del Consejo Global de Energía Eólica (GWEC por sus siglas en inglés) para 2017, el país sureño aspira a un 38% de electricidad generada a partir del viento, lo que lo colocaría próximo al líder mundial: Dinamarca, con un 42%. Los otros países con mayores porcentajes son Portugal con 23%, España con 19% y Alemania con 15%.
Aunque está técnicamente comprobado el potencial que tiene Venezuela para instalar parques eólicos y solares a lo largo de su territorio agraciado con una localización geográfica privilegiada, en plena zona trópical del planeta, de cara una ventana llamada Mar Caribe; nuestros gobernantes prefieren ocuparse de temas menos trascendentales y más domésticos. Y lo que es peor aún, cuando se han tomado en cuenta “las tendencias”, al parecer han servido más bien para llenar los bolsillos de pocos en detrimento de muchos.
Es el caso del Parque Eólico de la Península de Paraguaná que con una inversión cercana a los 170 millones de dólares sigue generando dudas sobre si aporta algún megavatio al Sistema Eléctrico Nacional, según informaciones aportadas por miembros de la sociedad civil.
Rafael Pernia comenta en su blog “La Quigua”: “El estado del Parque Eólico y sus costos siempre ha sido un enigma por la hermeticidad de las autoridades. Los mástiles son solo una pequeña parte del proyecto. Deben ser construidas muchas otras partes de la planta para transformar la energía eólica en energía eléctrica. Esas otras obras aparentemente no se han iniciado. Paralelamente podrían estarse adelantando los trabajos de acceso, vialidad, señalización, oficinas de supervisión, etc. Tampoco existe nada de esto. Una vez terminado el proyecto, haría falta enlazar la planta con la red de distribución, la cual está muy lejos de la zona y cuyos proyectos llevan mucho tiempo porque requiere planeamiento urbano y expropiaciones ente otras cosas. En fin, para que la Península de Paraguaná pueda contar con esos 100 megavatios hacen falta quizás varios años. Varios años padeciendo racionamientos y cortes de energía periódicamente”.
Según el Plan Piloto Nacional para Generación Eólica en el país existía un potencial para generar 172 megavatios a través de parques eólicos en Zulia, Falcón, Sucre y Nueva Esparta. Estos dos últimos todavía están en proyecto y el del Zulia parece tener la misma suerte que el de Falcón. En el Correo del Orinoco del 18 de marzo de 2015 se explica que este parque sigue en desarrollo. Se refieren a unos 12 aerogeneradores que generarán cada uno de 2,1 megavatios, para un total de 25,2 megavatios. Cinco meses después, el diario Versión Final, informó que los pobladores de La Guajira “ intentan lidiar con aquellos 12 enormes aerogeneradores que están sembrados en la tierra desde 2011, y por ahora, no han servido para encender una sola chispa capaz de iluminar a la olvidada Guajira”.
Juan Carlos Sánchez asocio estas “malas prácticas” con el hecho de ser un país muy vulnerable a las consecuencias ocasionadas por el Cambio Climático: “En el año 1999 la tragedia de Vargas dejó 25 mil fallecidos y 20 mil viviendas destruidas. En 2002 las inundaciones de Guasdualito causaron 4 muertos y 7 mil viviendas afectadas. En 2005 ocurrió una vaguada en Santa Cruz de Mora (Mérida) y hubo 120 mil damnificados por causa de las lluvias del año 2010”, citó como ejemplos.
Medidas urgentes
A juicio del especialista, es urgente que en el país se tomen algunas decisiones:
-Actualizar el inventario de gases de efecto invernadero. El actual data de 1999.
-Designar una autoridad nacional en el área de cambio climático que cuente con recursos y personal calificado.
-Revisar la producción de gas metano en el campo petrolero de Punta de Mata (Monagas). Especialistas indican que este es el lugar del mundo que arroja mayor cantidad de gas a la atmósfera.
-Cumplir con la presentación de un mejor documento formal de las Contribuciones Previstas Determinadas a Nivel Nacional (INDC)
-Divulgar un plan de mitigación de las consecuencias de la emisión de gases de efecto invernadero en el país. Explicar cómo se ejecutará, no solo decir que lo hará.
-Analizar la necesidad de cambiar a un modelo que no se centre en el petróleo. El acuerdo impulsa la transición energética a mediano plazo.
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