miércoles, 28 de noviembre de 2012

Huella de carbono y empresas ambientalmente responsables

Unas 17.000 personas se encuentran reunidas en Doha, capital de Qatar, con el fin de evaluar los progresos de los distintos países en la reducción de la emisión de los gases de efecto invernadero (GEI). Se trata de la XVIII Conferencia de las Partes de la ONU sobre Cambio Climático (COP18/CMP8). 

Aunque aplaudimos la intención, lamentamos las contradicciones que este tipo de eventos conlleva. Desde ya se sabe que serán pocos los compromisos de las naciones que más emiten GEI, como Estados Unidos, Rusia, Canadá y Japón. Es más el evento en sí mismo no escatima en gastos, consumo, lujos y por ende, emisión de GEI. Y la guinda: Qatar es el país con más emisiones de CO2 por habitante, al superar las 50 toneladas, por delante de Estados Unidos, con 20, y la Unión Europea, con unas 10.

Desde nuestro humilde entender estamos conscientes que para poder reducir las emisiones de GEI lo que hace falta es más voluntad que “megaeventos”. Y debemos comenzar por reducir nuestra “huella de carbono”. Pero ¿qué es eso? Gracias por la pregunta. “Es la totalidad de gases de efecto invernadero (GEI) emitidos por efecto directo o indirecto de un individuo, organización, evento o producto” (UK Carbon Trust 2008). La huella de carbono se mide en masa (g, kg, ton.) de CO2 equivalente (CO2e o CO2eq).

Vamos con un ejemplo. Cuando usamos vehículos automotores, nuestra huella de carbono registra un porcentaje del proceso industrial que significa tanto la producción del automóvil (pasando por cada una de sus partes), como la extracción del petróleo para producir el combustible que permitirá su movilidad. Por esa razón, caminar o andar en bicicleta, o incluso usar transporte público, permite mitigar (compensar) las emisiones de GEI.

Empresas responsables

En el caso de las empresas lógicamente que la huella de carbono se multiplica de manera exponencial y las estrategias de compensación deben ser mucho más audaces y creativas. Muchas de ellas ya se conocen y se aplican gracias a normas nacionales e internacionales que van en sintonía con la preservación del medio ambiente. Esta práctica se le conoce como “Ecoeficiencia”.

Las empresas comprometidas con la aplicación de Responsabilidad Social Ambiental (RSA) obtienen beneficios tanto cualitativos como cuantitativos. El Centro Empresarial de Inversión Social (2004) menciona algunos: “aumento del rendimiento económico y financiero, reducción de costos de producción, mejor calidad de productos, aumenta la reputación”

Se refiere a la práctica del reciclaje, por ejemplo, que permite reducir los costos en el manejo final de los desechos, uso eficiente de la energía, puede generar ingresos extras, y como beneficio adicional, mejora la calidad del producto final.

Impuesto al CO2 

El impuesto sobre el carbono es un impuesto medioambiental sobre la emisión de dióxido de carbono, gas de efecto invernadero, que pretende limitar su uso. Este impuesto desalienta las emisiones de contaminantes, haciendo pagar a los contaminadores en proporción a sus emisiones. El impacto del impuesto sobre los productos finales aumenta sus precios en proporción a las emisiones que ha provocado su producción, promoviendo el consumo de los productos que hayan inducido menos emisiones de dióxido de carbono en su fabricación. Un aumento gradual y planificado del impuesto puede ayudar a orientar las inversiones a largo plazo, dejando tiempo suficiente a los consumidores y a las empresas para adaptarse.

Fuente: Wikipedia

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