Estos días próximos al asueto de Semana Santa coinciden todos los años con un fascinante fenómeno natural del ciclo de la vida de una especie en el peligro de extinción: la anidación de las tortugas marinas, que por miles de años han hecho este ritual siempre en los mismos lugares.
Sin embargo hoy en día, debido a la falta de consciencia del ser humano, la mayoría de las especies de tortugas marinas se encuentran en peligro de extinción por diversas causas. En Nueva Esparta una de las razones ha sido la caza indiscriminada para su consumo, práctica que debido al esfuerzo que han hecho algunas ONGs relacionadas al tema, se ha ido minimizando.
No obstante, hay otras circunstancias que amenazan la vida de estos quelonios, que tienen que ver igualmente con el comportamiento humano, pero que se da más por ignorancia e imprudencia que la premeditación del consumo animal. Vamos a poner como ejemplo el caso de las playas Parguito y El Agua, que son lugares bastante frecuentados por las tortugas para anidar. En muchos casos se les hace cuesta arriba porque la orilla de la playa está llena de sillas, tumbonas, toldos, potes para la basura y basura en general que impiden que hagan su “trabajo de parto” con total normalidad.
En el caso de que logren cumplir con este primer paso con éxito, de allí en adelante son los huevos de los tortuguillos los que deben sortear las amenazas para eclosionar a feliz término luego de por lo menos 60 días. En estas playas que son tan frecuentadas, es común observar cómo son invadidos los sitios de anidación con la colocación de bases para toldos o sombrillas, sillas o en todo caso por una gran cantidad de basura. Como es lógico pensar, todas estas circunstancias amenazan la incubación y por lo tanto afectan el ciclo de vía de esta especie.
Una vez que se cumple el período y las condiciones para que los huevos lleguen a feliz término, empieza una hazaña titánica para los pequeños, ya que deben abrirse camino desde varios metros de profundidad en la arena hasta la superficie, donde lamentablemente se van a encontrar con amenazas naturales y artificiales. Un depredador como una rata o un perro es una amenaza natural, pero cuando los tortuguillos confunden su orientación hacia el mar por luces encendidas en los locales o no logran llegar al océano por la cantidad de desechos sólidos desperdigados por la playa; esas son amenazas artificiales de la mano del hombre.
Labor educativa
Hay que reconocer la importante labor educativa que mantienen tanto la Dirección Regional de Ambiente en Nueva Esparta como algunas ONGs en Margarita para dar a conocer los cuidados que hay que tener para respetar y preservar la vida de este ser vivo. Gracias a esta labor es que se han podido formar voluntarios que actualmente vigilan el desove de las tortugas para garantizar que por lo menos una o dos cumplan a cabalidad con su ciclo de vida.
En cifras
Según datos aportados por el Grupo de Trabajo de Tortugas Marinas (GTTM) de Nueva Esparta al año se registran unos 350 nidos en la zona que va desde Cabo Negro hasta Piedras Negras, en el municipio Antolín del Campo; cada uno con un promedio de 100 huevos. Aproximadamente 50 hembras llegan año tras año a desovar en las costas margariteñas y se atribuyen siete nidos a cada tortuga. El tiempo de incubación es de 55 a 60 días, y la tasa de eclosión, o nacimiento, de las tortugas es de 40% a 60% del total de huevos anidados. L0a tasa de sobrevivencia es de 0,2%; es decir, apenas dos de cada mil.
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